domingo, 10 de marzo de 2013

Los movimientos obreros, socialista y anarquista

Los movimientos obreros, socialista y anarquista


 



Situación socioeconómica en la Europa industrializada.

Crecimiento demográfico

A mediados del siglo XIX tuvo lugar un nuevo régimen demográfico, se manifestó una tendencia hacia el equilibrio entre natalidad y mortalidad.

En áreas urbanas, la Rev. Industrial, había provocado el aumento excesivo de la población obrera, este aumento generó explosión demográfica.

Movimientos sociales y organizaciones obreras

Condiciones de vida y de trabajo del proletariado. La Rev. Industrial aumento el afán por obtener mayores ganancias, situación que afectaba seriamente al proletariado. Las jornadas de trabajo duraban 12 hrs sin descanso, además de que los salarios eran muy bajos; los trabajadores carecían de seguridad laboral y social, y vivían hacinados en casas miserables.

Movimientos obreros y primeras organizaciones. El reparto desigual de la riqueza, entre los obreros dio comienzo un extenso movimiento de lucha por mejorar su nivel de vida y sus condiciones laborales.

Este movimiento, iniciado en Gran Bretaña, pasó por los tres momentos:

1.    Aumento de la delincuencia

2.    Conducta rebelde de los obreros, movimiento conocido como ludismo (destrucción de las maquinas)

3.    Los trabajadores forman asociaciones libres llamadas trade unions.


Las trade unions primeras manifestaciones del movimiento obrero. Los dirigentes obreros pretendían, celebrar contratos colectivos con los patronos, mejorar los salarios y reducir la jornada laboral. Sin embargo, el Parlamento británico, se produjo una ley que les prohibía entrar en huelga.

El sindicalismo, lucha del proletariado organizado en sindicatos. Los mejores avances en este sentido coincidieron con revoluciones europeas, entre 1830 y 1848, cuando el sindicalismo inglés, manifestó en el movimiento cartista.

El cartismo, movimiento de origen sindical que surgió a raíz de la Carta del Pueblo en 1839, el cartismo contribuyó a crear un peligroso ambiente de lucha entre los grupos obreros y los sectores adinerados. No obstante trajo algunos beneficios al concientizar la necesidad de establecer reformas sociales.

Las ideologías

Idealismo

A partir del siglo XVIII se desarrolló un pensamiento idealista. La filosofía de Immanuel Kant (1714-1804) consideraba el conocimiento como producto de la aplicación, y afirmó que solamente se pueden conocer los fenómenos de la realidad como se presentan al entendimiento humano.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel, discípulo de Kant (más destacado idealista). El propósito de Hegel al interpretar la historia era exhibir, usando el método dialéctico, las realizaciones de cada nación en un camino evolutivo hacia el progreso. Hegel entendía el progreso como el absoluto, la meta más alta y última, que se alcanza como resultado del mejoramiento continuo; su propósito era demostrar las etapas históricas mediante las cuales la razón humana se aproxima al absoluto, basado en la idea de que el progreso es el resultado del conflicto entre opuestos. Hegel fue esencial  para el pensamiento filosófico, así como para el nacionalismo alemán.


El positivismo nueva tendencia racional

Hacia mediados del siglo XIX, la filosofía de nuevo hacia el racionalismo materialista. Estas nuevas ideas, surgieron en Gran Bretaña y Francia, estaban fundamentadas en una mentalidad amante de la ciencia.

La idea de evolución hacia el progreso, encontraba ahora su fuente en la teoría biológica de Charles Darwin, expuesta en su obra El origen de las especies.

Surgieron otras corrientes que postulaban a la ciencia como el único medio para continuar con el desarrollo tecnológico; se negaba de nuevo la posibilidad de tomar como objeto de conocimiento científico cualquier elemento que no pudiera ser sometido a comprobación experimental. Con este enfoque surgió el positivismo.

El positivismo del Comte exalta a la ciencia como única guía para arribar al conocimiento de la realidad natural y humana.


Las ideologías socialistas

Buscaba  el acceso al poder político como único medio posible para transformar las estructuras de la sociedad.

El socialismo utópico. Primer conjunto de ideas socialistas cuyos representantes proponían una nueva organización económica y social que fura más humanizada, justa y equitativa, en beneficio de toda la sociedad; pero no cambio la realidad. Los socialistas utópicos intentaban combatir la explotación del hombre por el hombre, valiéndose de propuestas que la mayoría de las veces no pasaron del nivel teórico.

Principales representantes:

·         Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), apoyaba la industrialización; estaba de acuerdo con que la sociedad debería transformarse para proporcionar “el mayor bien para el mayor número”, con base en la igualdad de oportunidades y bajo un orden social fundamentado en la eficacia y el rendimiento.

·         Charles Fourier (1772-1837), creía en hacer posible que la sociedad volviera a vivir en armonía. Propuso la educación de pequeñas comunidades de producción o falanges, que trabajarían  en completa armonía y cooperación.

·         Pierre- Joseph Proudhon (1809-1865), fue seguidor de Fourier propuso la educación como el medio para transformar la vida de la clase obrera, mejorando su situación en un ambiente de libertad y no de explotación.

·         Robert Owen (1771-1858), considerado como el padre del cooperativismo; tenía como ideal la formación integral, en lo físico y en lo moral, de hombres y mujeres que pensaran y actuaran siempre racionalmente, veía en la educación el medio ideal para la transformación de la clase trabajadora, edificó escuelas y viviendas , así como también tiendas con precios bajos para familias obreras.


El socialismo científico. La presión obrera por transformar la situación, condujo hacia un conocimiento científico de la realidad. A mediados del siglo XIX surgió el socialismo científico, nombre que se aplico a la teoría creada por Karl Marx.

Para Marx el factor clave del capitalismo es la plusvalía, que se refiere a la apropiación de trabajo de trabajo no retribuido a los obreros, es decir se veía a el trabajo como mercancía cuan valor correspondía al “tiempo socialmente necesario”  que se emplea para producir las cosas que consume el obrero.


El marxismo inspiró las luchas revolucionarias que estallaron en varias regiones del mundo en el siglo XX, aunque, curiosamente, no surgieron en países capitalistas como Marx había predicho. El capitalismo se mantuvo en equilibrio. 


El socialismo cristiano. El capitalismo había caído en un excesivo y deshumanizado materialismo. Por otra parte las religiones cristianas se opusieron al materialismo marxista porque incitaba a los trabajadores a levantarse en contra de la clase empresarial. Para contrarrestar ambas posiciones, las iglesias cristianas propusieron medidas destinadas a despertar en los capitalistas sentimientos de amor al prójimo, así como para infundir el espíritu cristiano entre los trabajadores atraídos por el marxismo.

Dentro del mundo católico, el papel León XIII promulgó, en 1891, la encíclica Rerum  Novarum, en la cual criticaba a los empresarios a causa de la explotación inhumana. El pontífice proclamaba el derecho de los trabajadores a recibir una justa retribución por sus labores.

El socialismo cristiano de ambas Iglesias, ejerció una considerable influencia en el logro de las reformas sociales, así como en las transformaciones que se dieron en la ideología del liberalismo, el cuál adoptó una tendencia hacia la revaloración de los derechos humanos, orientación hacia un liberalismo social.


El anarquismo.  El anarquismo es una doctrina que considera como innecesaria toda forma de poder; ya sea política, religiosa, judicial o de cualquier otra índole.

Las ideas anarquistas del siglo XIX surgieron en relación  con los movimientos  de protesta sindical. Fue muy importante la aportación de Proudhon, quien era partidario de un anarquismo ajeno  a la violencia y proponía medidas de resistencia pasiva individual como medio eficaz para derrocar al Estado. Surgió una corriente colectivista que aspiraba al establecimiento de una sociedad sin clases sociales.

Por último, el anarquismo postuló un sindicalismo puro que, a diferencia de los sindicatos comunistas o socialistas, se mantuviera alejado de toda pretensión de integrarse en partidos políticos.

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